Por Efraín Trelles Aréstegui
«Crónicas
del fútbol peruano: Sucesos memorables 1953-1977». Ese es el título del libro
que ha publicado Ernesto Moreno Ampuero y donde el lector podrá encontrar
grandes triunfos, derrotas inolvidables y momentos centrales cuando lo que
sucedía sobre el verde se apoderaba de todos. Por las páginas de este libro
desfilan jornadas épicas en las que la maquinaria de sueños se echaba a rodar
al compás de un balón.
Tengo
imágenes previas de Ernesto, a quien felicito por su estupendo libro. En una de esas
imágenes, Ernesto está sentado en alguna mesa de la Biblioteca Nacional del
Perú. Examina un par de diarios con olor a viejo, toma notas con frenesí. Tiene
la mirada brillante y los cachetes encendidos por alguna novedad cuyos detalles
está anudando cabalmente para compartirlos algún día, este día, con los
lectores. Un caballerito.
En
la otra imagen están jugando Cristal y algún otro equipo en el Gallardo, el
Wembley de abajo el puente, y le anulan a los celestes el golcito que tanto
necesitaban. Me toca comentar al aire y decir, sin asomo de duda, que la
posición adelantada fue visible y el gol está bien anulado. No he terminado de
hablar y un barrista celeste se levanta, gira hacia mi cabina y, si el lenguaje
labial es creíble, se acuerda de mi santa madrecita o piensa hacer luego una
ensalada con lechuga y tomate. Es Ernesto, el barrista, que necesita ventilar
de esa manera su desacuerdo con mi comentario.
La
buena noticia es que en la casi treintena de relatos que componen este libro el
lector podrá disfrutar por igual la rigurosidad de la investigación de fuentes
y la pasión extrema que genera el fútbol respirando y sentido desde el cemento
de la gradería.
Me
complace la presencia de historiadores que toman la pluma en el campo deportivo.
Es una presencia que nutre. El de Jaime Pulgar Vidal es otro grato ejemplo. En
el caso de Ernesto creo que el cronista deportivo ha rendido su labor con
excelencia. Pero no podría cerrar esta breve reseña sin señalarle una exigencia
futura al historiador que ojalá sea bien entendida.
Es
preciso dar el salto y salir del estadio, con la misma intención y la misma
pluma encendida. Es una labor en la que me gustaría verlo pronto a Ernesto.
Rindiendo la crónica urbana con la misma intensidad y desde fuera del estadio.
No será fácil pero ahí está lo bonito y, si es preciso, me gustaría hasta
jalarle la marca en el archivo para que su salida sea más clara y pueda llegar
con todo el frente de ataque a su disposición.
Historia, tradición y fútbol
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