“La encrucijada peruana”
En este primer capítulo llamado “La encrucijada peruana” la autora Carmen Mc Evoy intenta darnos una explicación acerca de la situación política, económica, social y cultural del Perú de la primera mitad del s. XIX, que fue herencia directa recibida por Manuel Pardo al llegar a la presidencia. Así, nos muestra lo cuán importante fue la explotación del guano y lo cuán dependiente se hizo para la economía peruana decimonónica. Los ingresos percibidos por la exportación de este recurso posibilitaron que, de una manera u otra, se llegue a modernizar relativamente el Perú, pues, permitió que se llegue a comunicar y enlazar zonas internas con el exterior mediante la aplicación de una política ferrocarrilera y la puesta en marcha de una serie de obras públicas que hicieron de Lima una ciudad con “progreso”.
Tenemos, pues, que esta etapa denominada “prosperidad falaz” coincidió con la era del capital; es decir, no se puede obviar la influencia que tuvo Europa y su industrialismo en las economías latinoamericanas sobre todo por la llegada del capital y de las tecnologías europeas. La autora pone énfasis en la oportunidad perdida para el Perú del s. XIX y en los proyectos políticos no concretados que se tejieron en base a la exportación de una materia prima: el guano, que a mitad del s. XIX atrajo la atención de Europa fruto de la revolución agrícola e industrial que experimentaba y que por entonces necesitaba con urgencia para el desarrollo de su industria. En el periodo comprendido entre 1840-1880, el Perú exportó al mundo casi 11 millones de toneladas de guano lo que permitió: construir una endeble paz social, adquirir las bases para un modelo de Estado nacional y la apertura del país a las naciones extranjeras con su consecuente inserción a la economía mundial.
Pero ¿qué clima político se vivió en el Perú de inicios y mediados de la naciente república que repercutieron en la época de bonanza económica y no dejó que se desarrolle como se hubiera querido el Leviatán guanero(*)? La autora precisa que los ingresos provenientes de la exportación del guano llegaron a la exorbitante cantidad _para la época_ de 750 millones de dólares, ganancias que el Estado peruano, si bien es cierto no la supo aprovechar, la invirtió en dos situaciones: una positiva, como lo fue la política de construcción ferrocarrilera que ayudaba a unir un país incomunicado hacia el mercado extranjero y la otra negativa: la consolidación de la deuda interna para todos los adeudos que se vieron arruinados por las guerras de independencia y que devino lógicamente en un despilfarro fiscal sin precedente alguno ya que solo se beneficiaron algunos grupos. Casos típicos de lo que vengo diciendo sería el de Ramón Castilla y Rufino Echenique que como presidentes de la república privilegiaron ambas políticas que mencioné anteriormente. A su vez, dos acontecimientos marcaron el rumbo económico del Perú decimonónico: la eliminación del tributo indígena y la manumisión de los esclavos negros e hicieron que las ingentes reservas guaneras fueran, pues, las que solventaran dichos gastos, creando así una gran dependencia de la economía exportadora para con el fisco. El guano se convirtió así en la mayor esperanza económica para el Perú, incluso desplazando a un recurso tradicional por antonomasia como lo era la plata.
La autora también nos menciona que la anarquía imperante en la época y la inestabilidad política de los sucesivos gobiernos que se dieron producto de las guerras civiles e intestinas que azotaron al Perú de inicios de la república hicieron que nuevamente se gaste improductivamente los ingresos del guano (por ejemplo las guerras civiles entre 1840, 1850 y 1860 de Vivanco, Castilla, Echenique, Prado, etc.) ya que los gastos fueron asumidos íntegramente por el Estado. En este contexto es en el que tenemos que entender como el papel de los consignatarios guaneros pasan de ser comercializadores del fertilizante al de prestamistas del Estado. Sucesivos préstamos de los consignatarios peruanos y a elevados intereses hicieron que José Balta y su ministro de hacienda Piérola eliminaran el sistema de consignaciones monopolizando el producto en manos de Dreyfus.
Pero no todo fue malo en cuanto a los gastos del recurso guanero debido a que buena parte de dichos ingresos fueron a parar en la iniciativa de comunicar a un país que yacía desolado e incomunicado al extranjero imposibilitando así que se pueda exportar las diversas materias primas que Perú tenía para el mundo y privándolo de la tecnología y del capital europeo. Así, tenemos que fue en el Perú donde se dio inicio al fenómeno de la fiebre ferrocarrilera que permitió comunicar a la costa con la sierra, superando así los obstáculos de la difícil geografía peruana.
Mc Evoy nos señala que a medida que se agotaba la economía guanera el Estado peruano realizó denodados esfuerzos por invertir en la minería y sacarla del estado postrado en el que se encontraba de acuerdo a las diferentes opiniones políticas de la época. Por ejemplo, reimpulsar el desarrollo minero de Huancavelica a través de la inversión de capitales y de una clase minera dispuesta a apostar por el cambio tecnológico. Otra de las actividades económicas que se impulsaron para cuando agonizaba la economía guanera fue el de la ganadería y el de la producción lanar sobre todo del sector sur y de la agricultura costeña.
En el subcapítulo llamado “la política peruana: un laberinto capaz de fastidiar al mismo diablo” la autora intenta darnos una aproximación acerca del tipo de cultura política que se desarrolla tras la etapa de anarquía; es decir, qué tipo de Estado se fue conformando en plena etapa de guerras civiles, de gastos fiscales desordenados y de prosperidad falaz. Mc Evoy nos dice que el resultado de la independencia peruana, de manera similar que en los diferentes países latinoamericanos fue casi el mismo pero a la vez el que menos se esperaba. Señala un proceso antitoquevilliano, donde se hizo difícil la creación de un estado moderno, centralista y racional donde la soberanía moderna fuera absoluta, unitaria y homogénea ya que lo que se puso en evidencia y consolidó fueron las autonomías regionales y las corporaciones que representaban el otro pilar de la autoridad pública de Latinoamérica. Sin embargo, no llegaron a romper totalmente con el poder central.
Así, pues, lo que caracterizaba al periodo de la anarquía era la balcanización del Perú, osea, la división política entre facciones opuestas que se mantenían en constante conflicto por el acceso al poder siendo, pues, los más representativos los bandos norte-sur dependiendo de los caudillos o “señores de la guerra”_como los llama Mc Evoy_ que necesitaban del apoyo de la región (como Castilla, San Román, Echenique, Prado, Balta, etc.). La cultura peruana post anarquista solo puede ser entendida a través de este importantísimo elemento que es el de la cultura de la guerra y de las estrategias militares instaladas en el corazón del Estado, que privilegia el armamentismo y la idea de que el poder descansa en el más fuerte. En el intento de lograr una centralización por parte del Leviatán guanero, el Estado peruano llevó a cabo dos funciones: tener el monopolio de la violencia y la protección de sus ciudadanos, siendo necesario para ello la configuración de un sistema burocrático copado en un inicio por los militares y una policía nacional.
(*) término que utiliza Mc Evoy para definir el modelo político peruano de los primeros años de explotación de dicho recurso
Tenemos, pues, que esta etapa denominada “prosperidad falaz” coincidió con la era del capital; es decir, no se puede obviar la influencia que tuvo Europa y su industrialismo en las economías latinoamericanas sobre todo por la llegada del capital y de las tecnologías europeas. La autora pone énfasis en la oportunidad perdida para el Perú del s. XIX y en los proyectos políticos no concretados que se tejieron en base a la exportación de una materia prima: el guano, que a mitad del s. XIX atrajo la atención de Europa fruto de la revolución agrícola e industrial que experimentaba y que por entonces necesitaba con urgencia para el desarrollo de su industria. En el periodo comprendido entre 1840-1880, el Perú exportó al mundo casi 11 millones de toneladas de guano lo que permitió: construir una endeble paz social, adquirir las bases para un modelo de Estado nacional y la apertura del país a las naciones extranjeras con su consecuente inserción a la economía mundial.
Pero ¿qué clima político se vivió en el Perú de inicios y mediados de la naciente república que repercutieron en la época de bonanza económica y no dejó que se desarrolle como se hubiera querido el Leviatán guanero(*)? La autora precisa que los ingresos provenientes de la exportación del guano llegaron a la exorbitante cantidad _para la época_ de 750 millones de dólares, ganancias que el Estado peruano, si bien es cierto no la supo aprovechar, la invirtió en dos situaciones: una positiva, como lo fue la política de construcción ferrocarrilera que ayudaba a unir un país incomunicado hacia el mercado extranjero y la otra negativa: la consolidación de la deuda interna para todos los adeudos que se vieron arruinados por las guerras de independencia y que devino lógicamente en un despilfarro fiscal sin precedente alguno ya que solo se beneficiaron algunos grupos. Casos típicos de lo que vengo diciendo sería el de Ramón Castilla y Rufino Echenique que como presidentes de la república privilegiaron ambas políticas que mencioné anteriormente. A su vez, dos acontecimientos marcaron el rumbo económico del Perú decimonónico: la eliminación del tributo indígena y la manumisión de los esclavos negros e hicieron que las ingentes reservas guaneras fueran, pues, las que solventaran dichos gastos, creando así una gran dependencia de la economía exportadora para con el fisco. El guano se convirtió así en la mayor esperanza económica para el Perú, incluso desplazando a un recurso tradicional por antonomasia como lo era la plata.
La autora también nos menciona que la anarquía imperante en la época y la inestabilidad política de los sucesivos gobiernos que se dieron producto de las guerras civiles e intestinas que azotaron al Perú de inicios de la república hicieron que nuevamente se gaste improductivamente los ingresos del guano (por ejemplo las guerras civiles entre 1840, 1850 y 1860 de Vivanco, Castilla, Echenique, Prado, etc.) ya que los gastos fueron asumidos íntegramente por el Estado. En este contexto es en el que tenemos que entender como el papel de los consignatarios guaneros pasan de ser comercializadores del fertilizante al de prestamistas del Estado. Sucesivos préstamos de los consignatarios peruanos y a elevados intereses hicieron que José Balta y su ministro de hacienda Piérola eliminaran el sistema de consignaciones monopolizando el producto en manos de Dreyfus.
Pero no todo fue malo en cuanto a los gastos del recurso guanero debido a que buena parte de dichos ingresos fueron a parar en la iniciativa de comunicar a un país que yacía desolado e incomunicado al extranjero imposibilitando así que se pueda exportar las diversas materias primas que Perú tenía para el mundo y privándolo de la tecnología y del capital europeo. Así, tenemos que fue en el Perú donde se dio inicio al fenómeno de la fiebre ferrocarrilera que permitió comunicar a la costa con la sierra, superando así los obstáculos de la difícil geografía peruana.
Mc Evoy nos señala que a medida que se agotaba la economía guanera el Estado peruano realizó denodados esfuerzos por invertir en la minería y sacarla del estado postrado en el que se encontraba de acuerdo a las diferentes opiniones políticas de la época. Por ejemplo, reimpulsar el desarrollo minero de Huancavelica a través de la inversión de capitales y de una clase minera dispuesta a apostar por el cambio tecnológico. Otra de las actividades económicas que se impulsaron para cuando agonizaba la economía guanera fue el de la ganadería y el de la producción lanar sobre todo del sector sur y de la agricultura costeña.
En el subcapítulo llamado “la política peruana: un laberinto capaz de fastidiar al mismo diablo” la autora intenta darnos una aproximación acerca del tipo de cultura política que se desarrolla tras la etapa de anarquía; es decir, qué tipo de Estado se fue conformando en plena etapa de guerras civiles, de gastos fiscales desordenados y de prosperidad falaz. Mc Evoy nos dice que el resultado de la independencia peruana, de manera similar que en los diferentes países latinoamericanos fue casi el mismo pero a la vez el que menos se esperaba. Señala un proceso antitoquevilliano, donde se hizo difícil la creación de un estado moderno, centralista y racional donde la soberanía moderna fuera absoluta, unitaria y homogénea ya que lo que se puso en evidencia y consolidó fueron las autonomías regionales y las corporaciones que representaban el otro pilar de la autoridad pública de Latinoamérica. Sin embargo, no llegaron a romper totalmente con el poder central.
Así, pues, lo que caracterizaba al periodo de la anarquía era la balcanización del Perú, osea, la división política entre facciones opuestas que se mantenían en constante conflicto por el acceso al poder siendo, pues, los más representativos los bandos norte-sur dependiendo de los caudillos o “señores de la guerra”_como los llama Mc Evoy_ que necesitaban del apoyo de la región (como Castilla, San Román, Echenique, Prado, Balta, etc.). La cultura peruana post anarquista solo puede ser entendida a través de este importantísimo elemento que es el de la cultura de la guerra y de las estrategias militares instaladas en el corazón del Estado, que privilegia el armamentismo y la idea de que el poder descansa en el más fuerte. En el intento de lograr una centralización por parte del Leviatán guanero, el Estado peruano llevó a cabo dos funciones: tener el monopolio de la violencia y la protección de sus ciudadanos, siendo necesario para ello la configuración de un sistema burocrático copado en un inicio por los militares y una policía nacional.
(*) término que utiliza Mc Evoy para definir el modelo político peruano de los primeros años de explotación de dicho recurso
Bueno amigo, como bien sabes los comentarios deportivos no son mi especialidad, pero sí me interesó este debido al caracter histórico que encierra. Si bien es una reseña de un capítulo de este conocido libro de Mc Evoy, el análisis que se realiza y los trazos con que explicas el proceso en cuestión es muy ilustrativo y creo que la autora, si lo leyera, se llevaría una grata sorpresa de como fue el tratamiento que le diste a su publicación.
ResponderEliminarPor otro lado, me veo en la necesidad de decirte que me hubiese gustado que reseñaras todo el libro, ya que así me hubieras evitado la lectura completa del mismo. No tengas duda que si en algún momento lo haces estaré presente en este espacio.
Saludos