domingo, 16 de agosto de 2009

"Marsilio Ficino y Martín Lutero: entre ley y mesianismo: algunos rasgos de la modernidad como teología secularizada" de Fabián Javier Ludueña







El mesianismo entra en la historia de la Modernidad Occidental como uno de sus problemas fundamentales. La mayor parte del presente análisis tomará como objetivo el poner en relieve ciertas “formas de experiencia” de la Modernidad (tomando como referencia unas cartas de Marsillio Ficino del s. XV y unas imágenes de la propaganda luterana del s. XVI). Así se tratará de explicar las relaciones que hubo entre el mesianismo, la ley y la historia además de la figura que cumple el Mesías y de la manipulación política que este concepto recibe a principios de le Modernidad.

Por esto, la idea de la astrología y de la influencia ejerce sobre la religión y el paganismo, con fines políticos, a principios de la Edad Moderna sobre todo en pleno Humanismo y Renacimiento poniendo el caso del protestante alemán Martín Lutero y del misterio con respecto a su fecha y hora de nacimiento que, dicho sea de paso, pareciese ser un tema tan trivial pero que para la época, tan cargada de fervor religioso y escatológico, significó, pues, un tema tan trascendental puesto que definiendo el año de su nacimiento a través del horóscopo (si era 1483 o 1484) se podía clarificar su presencia en la tierra como el supuesto “Mesías” que cumpliría una gran misión en la tierra producto de la voluntad divina o de si era el “Anticristo” poseedor de una fuerza maligna y hereje anunciador de malos y nefastos tiempos para la cristiandad (todo esto tomando como referencia el horóscopo de un astrólogo italiano Gauricus, la confesión de Felipe Melanchton, amigo de Lutero y lo señalado por Warburg). Así este hecho demuestra la supervivencia de la astrología helenística a principios de la Edad Moderna con fines “falsificables” en aras de una nueva religión o de una nueva maldición.
Así, el fin que tenía Lutero al creer en los designios astrológicos, del cual supuestamente no se sentía creyente, al tomarlos como divinos y no naturales y del hecho que frecuentemente los relacionaba con portentos y profecías divinas, adecuadas, claro está, a su conveniencia. A su vez trata de definir cuál era el fin de Lutero al crear una literatura antipapista que refuerce su movimiento reformista en la cual trataba de atacar directamente la figura del Papa como sumo Pontífice de la cristiandad y de su carácter de infalibilidad, mostrándolo como un humano más y como el “Anticristo” (deformando totalmente su naturaleza humana, caso de los gráficos del papa-asno y del monje-becerro).

La figura del Anticristo no es dada solamente a Lutero a comienzos de la modernidad y los tiempos reformistas sino que con anterioridad también ya se hablaba de Anticristo sobretodo en la persona de Jerónimo Savonarola, intelectual italiano de la época, quien para Marsilio Ficino en un primer momento habría reconocido como el Mesías divino para luego tildarlo de Anticristo y demonio en la medida que éste despreció los ritos paganos, astrológicos, etc. Éste cambio de concepción en Ficino es el que intenta entender el autor. Así, se resalta el hecho de la frustrada ordalía en la que Savonarola iba a defender su honor y crédito como Mesías divino y la cual se frustró y fue tomada como pretexto para acusarlo de descrédito y fue enviado a la hoguera. El autor trata de entender el significado de ser un “Anticristo” y del fuerte poder político de influencia que tiene al acusarse a una persona de serlo. Es válido establecer un comparado entre Savonarola y Lutero.

El tronco común del mesianismo y la profecía en Ficino, Savonarola y Lutero tienen raíces en el profetismo de Joaquín de Fiore, quien fue el que se encargó de asimilar y relacionar la doctrina de la Santísima Trinidad a los hechos de la historia de los hombres, y el problema de la pobreza evangélica en la herejía de los espirituales franciscanos; en el cual se discute los conceptos de uso de derecho y propiedad (posesión) sobre todo a partir del legado que dejó San Francisco de Asís y tratando de encontrar concordancia entre tales elementos. A su vez que es desde la Edad Media cuando se empieza a relacionar al la figura del anticristo con la del papa y del uso político del que se hacía con tal relación, siendo esto algo que se presentaba desde tradiciones proféticas y mesiánicas de la antigüedad.

Finalmente concluye que al hacer el rastreo del problema del mesianismo en la Modernidad no puede disociarse de la astrología, este caso visto a través de las figuras de Marsilio Ficino y Martín Lutero. A su vez, estos temas mesiánicos no son meramente episódicos y quizá habría que concebir a los Tiempos Modernos como una teología secularizada.

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